Mr.Mee de Andrew Crumey
Descubierto hace escasos meses en mi navegaciones por Internet, este autor, físico de formación, ha conseguido, en mi opinión, una muy personal forma de narración que como dice la contraportada, rezuma estilo tanto de Borges como de Italo Calvino. Salvando las distancias, por supuesto, estoy de acuerdo e incluso añadiría que en ciertas ocasiones, párrafos, se deja entrever un poco el estilo de Thomas Pynchon (en la parte en la que trata de “Las comadres”)
La historia se centra en la búsqueda de un libro casi desconocido, pero no se asusten, no se esperen la estructura del best seller sino el libro erudito, con tintes filosóficos, algo de lógica y buena literatura. Estructurado en tres historias, que sin llegar a entrecruzarse prácticamente, están relacionadas con el libro en cuestión, Crumey es capaz de crear tres voces y tres personalidades o formas de personalidad distinta para contar su historia, o casi su excusa porque al final cada historia centrada en el libro que nos ocupa, La Enciclopedia de Rosier, es una excusa para indagar en la personalidad y la vida de sus respectivos protagonistas.
En el caso del profesor que escribe sobre “Las Comadres”, una pareja de individuos que tuvieron cierta relación con Russeau y que, sin él saberlo, están relacionados con el libro (como desvelan las otras dos historias), el centro de la historia no es dicho libro sino su enamoramiento de una alumna y el descubrimiento que hace de ello y las reflexiones sobre su vida. Ambas, vida y enseñanza, le sirve a Crumey también para disertar sobre dos autores, el propio Rousseau y también Proust (tanto sobre su vida como sobre su obra)
Luego está la historia del viejo que ha pasado su vida entre libros (no conoce el sexo, ni la vida) que una serie de circunstancias pone en contacto con una joven liberal que le descubre, un poco, la vida pero que él sigue interpretando a su manera, con sus convicciones sobre la idea que él tiene del mundo, llegando a confundir sus relaciones sexuales como simples ejercicios de biología para la universidad de su amiga bióloga. Su relación con el libro, que descubre a partir de entrar en contacto con los xántrias (no sé si esta es la denominación correcta), está basada en la búsqueda de información sobre el mismo que le pone en contacto, y conocimiento, de Internet.
Y por último tenemos la historia de “Las Comadres”, así denominados, aparentemente, por Rousseau en sus “Confesiones” y que inicialmente fueron los encargados de copia La Enciclopedia de Rosier y que acaban mezclándose con Rousseau.
En resumen, un libro recomendable, de lectura que exige cierta dedicación para poder saborear al máximo, bien escrito, bien narrado y original, muy original. El primer libro que leí de Crumey fue Pfitz, una especie de divertimento, con mucho del carácter expuesto en esta reseña, más corto (se lee casi de una sentada) y que viene a ser una especie de metalibro, libro que narra la historia de una ciudad ficticia que toma vida en base a lo que de ella se va escribieno. Mantiene las constantes apuntadas en Mr. Mee sobre erudición, estilo, etc y es una buena piedra de toque para acercarse al autor. Decidí dejar para más adelante su tercer libro, “El principio de D´Alambert” considerando que dos libros seguidos de un mismo autor era más que suficiente por el momento. Ya os contaré, solitarios viajantes estelares.
PeterLorre (o barbapapá, depende del foro en el que me encuentres)
Descubierto hace escasos meses en mi navegaciones por Internet, este autor, físico de formación, ha conseguido, en mi opinión, una muy personal forma de narración que como dice la contraportada, rezuma estilo tanto de Borges como de Italo Calvino. Salvando las distancias, por supuesto, estoy de acuerdo e incluso añadiría que en ciertas ocasiones, párrafos, se deja entrever un poco el estilo de Thomas Pynchon (en la parte en la que trata de “Las comadres”)
La historia se centra en la búsqueda de un libro casi desconocido, pero no se asusten, no se esperen la estructura del best seller sino el libro erudito, con tintes filosóficos, algo de lógica y buena literatura. Estructurado en tres historias, que sin llegar a entrecruzarse prácticamente, están relacionadas con el libro en cuestión, Crumey es capaz de crear tres voces y tres personalidades o formas de personalidad distinta para contar su historia, o casi su excusa porque al final cada historia centrada en el libro que nos ocupa, La Enciclopedia de Rosier, es una excusa para indagar en la personalidad y la vida de sus respectivos protagonistas.
En el caso del profesor que escribe sobre “Las Comadres”, una pareja de individuos que tuvieron cierta relación con Russeau y que, sin él saberlo, están relacionados con el libro (como desvelan las otras dos historias), el centro de la historia no es dicho libro sino su enamoramiento de una alumna y el descubrimiento que hace de ello y las reflexiones sobre su vida. Ambas, vida y enseñanza, le sirve a Crumey también para disertar sobre dos autores, el propio Rousseau y también Proust (tanto sobre su vida como sobre su obra)
Luego está la historia del viejo que ha pasado su vida entre libros (no conoce el sexo, ni la vida) que una serie de circunstancias pone en contacto con una joven liberal que le descubre, un poco, la vida pero que él sigue interpretando a su manera, con sus convicciones sobre la idea que él tiene del mundo, llegando a confundir sus relaciones sexuales como simples ejercicios de biología para la universidad de su amiga bióloga. Su relación con el libro, que descubre a partir de entrar en contacto con los xántrias (no sé si esta es la denominación correcta), está basada en la búsqueda de información sobre el mismo que le pone en contacto, y conocimiento, de Internet.
Y por último tenemos la historia de “Las Comadres”, así denominados, aparentemente, por Rousseau en sus “Confesiones” y que inicialmente fueron los encargados de copia La Enciclopedia de Rosier y que acaban mezclándose con Rousseau.
En resumen, un libro recomendable, de lectura que exige cierta dedicación para poder saborear al máximo, bien escrito, bien narrado y original, muy original. El primer libro que leí de Crumey fue Pfitz, una especie de divertimento, con mucho del carácter expuesto en esta reseña, más corto (se lee casi de una sentada) y que viene a ser una especie de metalibro, libro que narra la historia de una ciudad ficticia que toma vida en base a lo que de ella se va escribieno. Mantiene las constantes apuntadas en Mr. Mee sobre erudición, estilo, etc y es una buena piedra de toque para acercarse al autor. Decidí dejar para más adelante su tercer libro, “El principio de D´Alambert” considerando que dos libros seguidos de un mismo autor era más que suficiente por el momento. Ya os contaré, solitarios viajantes estelares.
PeterLorre (o barbapapá, depende del foro en el que me encuentres)