La inigualable y nunca excesivamente ponderada "El jovencito Frankenstein" tiene escenas geniales, a cada cual mejor. Pero hay una por la que siento especial debilidad y es aquella en la que Igor sorprende al Doctor en la estantería de calaveras y se pone a cantar aquello de "nadie me quiere, nadie se preocupa por mí, . . . ", casi un himno aplicable a un montón de cosas (este blog por ejemplo, :-P ).
Bueno, mejor verlo que describirlo
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